Cambio de Decisión
Tic tac, hacia el reloj cuando mis pasos me llevaron hasta ese edificio, tenía un color interesante y un olor a hiervas extrañas, me detuve antes de atravesar la puerta, inmóvil, mire la distancia que tenía que recorrer para llegar a el ascensor, se veía tan lejos, parecía que tardaría años en llegar a él.
¡Por fin! logré mover un pie que invito al otro y los pasos se fueron dando.
Ahora estoy frente al ascensor, una decisión más que tomar, el motivo debe ser
muy fuerte para lograr convencer a mis pies que avancen hacia el interior, que
es tan grande. El ascensor espera con la boca abierta a que penetre en sus
entrañas.
No hay nada interesante ahí adentro, pero no tengo otra opción, subir escaleras
hasta el último piso sería muy devastador para mis zapatos que tienen las
suelas tan gastadas por el uso excesivo.
No creo sufrir de claustrofobia pero estoy sintiendo como que me hace falta el
aire, la luz está disminuyendo, ¡por Dios que no entre nadie más!, no puedo
creer como se reduce este espacio, cuando entre era tan enorme, tan imponente,
tan oscuro y ahora lo siento tan minúsculo que si sigue así, no sé en qué
espacio voy a poner mis pies.
¡No, no, no, no! Esto no puede estar sucediendo, se ha parado, no abren las
puertas, ¡que carajos pasa!, ¿que no se dan cuenta que?, se acaba el aire,
apenas logro distinguir mi mano casi pegada a mis ojos, estoy sudando demasiado
para mi gusto y mi corazón se ha acelerado más de lo que podré soportar. No
quiero desmayarme, no quiero que…
Tic tac, hacia el reloj cuando mi hombro fue bruscamente golpeado por un tipo
que caminaba a prisa y distraído hablando por teléfono, mi mente daba vueltas
queriéndome ubicar en donde estaba parado, porque lo último que supe de mi era
que estaba viviendo una pesadilla en el ascensor, pero parece que, no me moví,
sigo esperando que se abran las puertas para entrar a él.
No lo haré después de todo siempre hay una segunda oportunidad para hacer las
cosas diferentes, así que mejor subo las escaleras y evito hacer realidad mi
pesadilla.
© Sizem Asleck