viernes, 16 de diciembre de 2016


© Sizem Asleck

Confundida


Capítulo I

Es terrible pensar que cada cosa esta ahí para tomarnos por sorpresa y hacernos caer en la más vil de las desilusiones, cuenta… cuento, que la vida no es un sueño, es la realidad, pero a ti no te he conocido ahí, es un mundo tan pequeño de miles de mentes conectadas, ahí fue donde hicimos contacto, y después de un suspiro retenido decidimos conocernos cara a cara y frente a frente.

La noche era cálida, la luna se mostraba coqueta posada en el cielo tras unas pequeñas nubes, yo la miraba mientras esperaba a que tú llegarás, baje del auto, me carcomían los nervios, miraba una y otra vez el reloj, no dejaba que avanzará el tiempo, pero no te veía llegar por ningún lado. Pasaron unos minutos más y logre ver a la distancia una silueta, «quizá puede ser que por fin sea ella». La silueta seguía dirigiéndose a mí, así que ya no quedaba duda que fueras tú, yo permanecí quieta, parecía estar tan tranquila que ningún cabello se movía para decir lo contrario.

— ¿Llevas mucho tiempo esperándome?—fue lo primero que salió de tu boca.
—Buenas noches, apenas un par de minutos, no has llegado tan tarde—respondí mirándole a los ojos.

—Que descortés soy, tienes razón, debí de haber dicho, buenas noches—y en un movimiento rápido, me abrazo y beso en los cachetes, hizo que me ruborizará, « ¡vaya, que mujer!».

—Y bien que te gustaría hacer, la noche es larga, ¿todavía quieres ir al cine?—me preguntó con una sonrisa muy picara en sus labios.

— ¡claro que sí!, esa fue la idea original, « le abrí la puerta del coche y la hice subir», solo que tú me guiaras porque por aquí no conozco, espero no me vayas hacer lo que a los gatos, darme muchas vueltas para perderme y dejarme por ahí.

Ella río a carcajada abierta, — ¿cómo crees que sería capaz de tal cosa?, aunque pensándolo bien, eso de darte vueltas para que te pierdas no suena tan mal— y volvió a reír a carcajadas, se veía muy divertida conmigo.

Emprendimos el camino hacia el cine, ella me hacía indicaciones, gira a la derecha, cuidado con el tope, pozo a tu izquierda; — ¡caramba!, que incomodo es manejar así, hasta cuando se cruzó un perrito por nuestro camino lo menciono, casi grito, ¡lotería!— pero me contuve y llegamos bien al cine.

A veces recurro a los pensamientos, para saber ¿qué paso, cuándo me quede mirando fijamente su rostro?, en que momento pasamos de un escenario a otro, como fue que el tiempo trascurrió y no tengo idea de cómo llegue a este punto, como hoy cuando miro tu rostro nuevamente, no sé quién eres.

Perdí la noción del tiempo, desde esta ventana todos los días se ven iguales, me centró en ver y en contar cada hoja que cae de ese árbol, quizá puede que esté llegando el verano o más probable el invierno, porque has venido a visitarme y trajiste unos cobertores, yo no siento el frío, pero mi cuerpo sí, me he despertado temblando sin ningún motivo.

—Tienes que ser fuerte, los doctores dicen que quizá en un par de semanas puedas regresar a casa, allá te extrañamos mucho —me susurraste en el oído, yo solo te regrese una mueca, no tenía idea de que rayos estabas hablando, ¿ir a nuestra casa?, o sea que tú y yo, ¿vivimos juntas?, ¿Cuándo fue?,  ¿Por qué no recuerdo nada?, ni siquiera tengo idea de quién eres, ni siquiera tengo idea de quién soy.

—No hay mucho de qué preocuparse, los recuerdos le irán regresando poco a poco, el contacto con los lugares en los que ha estado, le ayudaran bastante a recordar— Se escuchó una voz a la distancia decirme.

—Alguien aquí no está bien, creo que tendré que dar las noticias de última hora, ¿quién dijo que quiero recordar?, ¿un accidente muy fuerte? Pues dio la oportunidad de volver a escribir mi vida, no quiero saber que paso antes, no me interesa etiquetarme con un nombre para saber quién soy, sólo necesito salir de aquí, este encierro me está matando—

Ya sé sientes que hay mucho espacio vacío en la historia, fue muy poca la introducción, pero así es esto, tendremos que averiguar juntos que me paso, como en cuestión de segundos cambie de libro y cambie de historia.

Ahora estoy en casa, no se de quien sea, si de ella o mía o la adquirimos juntas, lo que sí sé es que el tiempo no se detuvo, no me parezco a quien fui, me han salido algunas canas y arrugas en mi rostro, nada de lo que veo se me hace familiar, es totalmente nuevo, para mí.

¡Vaya!, me gustaba leer, creo, porque hay unos estantes llenos de libros, si nos lo leí por lo menos tenía una muy buena colección de ellos, en fin esto se está poniendo aburrido.

—La cosa estuvo así, no olvide, en realidad recuerdo todo,  esa salida al cine, fue genial, nos dimos el mejor beso prohibido, aquel que te hace que la sangre te hierva y en tu estomago anides miles de mariposas.

Recuerdo también, haber salido en otras ocasiones, nos la pasábamos bien, yo sentía que era demasiado aburrida pero tu convertías esos momentos y los hacías geniales, no era necesario que yo hablara tu hablabas por las dos.

Recuerdo a un sin número de personas que tocaron tu puerta y pocas de ellas tuvieron el beneficio de poder entrar, ¡Ah! Y como olvidar esas historias tan sensacionales que me contabas, aquella en especial que nos hizo salir corriendo de tu casa, pero bueno a quien se le ocurre contar terror a esas horas de la noche.

Ese golpe en mi cabeza no fue lo suficientemente fuerte para borrar mi memoria, pero era lo que yo quería que pasara, quería eliminar todo, quería hacer un nuevo comienzo, sin conexión con nadie.

—Pero eso no va a pasar, no puedes elegir simplemente borrar el disco, la mente no trabaja así, además, porque, ¿por qué quieres olvidarte de mí?—con voz quebrada me preguntaste, —¿acaso fue tan malo lo que yo te di?—no, no fue malo, imaginen, me dio su vida, pero aún con todo yo seguía sintiendo que no merecía lo que tenía, que era mejor si todos se olvidaban de mí y como nadie quería hacer eso, entonces quise hacerlo yo.

—No te preocupes los doctores dicen que en un par de semanas podrás regresar a casa. «Escuche de nuevo esa vocecita a la distancia “lo sentí como un dejavu”, pero ya estoy en casa, ¿o no?
«Se escuchó un rechinar, como cuando abren una puerta», —Es bueno que platique con ella, así le irá indicando el camino para regresar aquí, “¡mire!, reacciona a su voz, ‘dijo el doctor’”.

— ¿De qué se trata esto?, estoy nuevamente viendo esa ventana, viendo como cae una a una las hojas de ese árbol, siento frío, puede ser que este cerca el invierno, pero te miro tan cerca de mí y no te veo abrigado, ¿por qué me miras así?, no sé cómo interpretar tu mirada, tienes un halo de tristeza, melancolía o que se yo, pero me pones triste, siento como si me perdí de algo y no sé qué es—¡Deja de mirarme así!

continuará...


El niño de la navidad.

El permanecía solitario en su cuarto, escuchaba que decían que ya estaba por llegar la navidad, para él «navidad», no era otra cosa que el día en que recibía muchos regalos, no entendía nada del significado, solo era un día más.

Es difícil entender la mente de un niño de tan solo 12 años, un niño que ha pasado la mayor parte de su vida sólo, sintiéndose ignorado por todos, conviviendo muy poco con las personas que lo rodean, no sabe cómo comunicarse, sumergido en su mundo en donde solo existe un momento eterno para disfrutarlo jugando, para tomárselo y dejar de crecer, ha vivido tanto tiempo en ese hoyo negro que no sabe que afuera pasan cosas tan hermosas, que hay un mundo que tiene aroma en sus vientos, que tiene nubes de algodón, un mundo que aunque esté lleno de soledad, está lleno de esperanzas, y que la navidad tiene poderes mágicos, como los de cambiar la forma de pensar de un vagabundo, tiene historias inimaginables como aquella en la que una familia viajo tanto para llegar a una cabaña en los Alpes, fue visitada por otra que momentos antes había tenido un accidente y todos fallecieron, sin embargo el no saber que esta familia ya no pertenecía a nuestro mundo, ese día, ese momento, estaban ambas en el mismo tiempo y no fue impedimento para convivir y disfrutar de la navidad, regalar el tiempo, regalar la sonrisa, dejar en cada corazón el mensaje que todos somos capaces de amar y perdonar, que todos podemos dar algo más valioso que un celular, que un libro, que cualquier cosa material…

Mil palabras volaron ese día, una hoja en blanco se posó cual mariposa en su escritorio, junto a él se movía tan suavemente la pluma, llevando en sus venas la tinta para capturar las mil palabras y con ellas formar una nueva historia, una nueva vida… quizá un nuevo cuento de navidad.

Sí, definitivamente es difícil entender la mentalidad de un niño, porque tienen la capacidad de crear en sus mentes mil historias tan maravillosas o crear un mundo impenetrable para los adultos, pero es tan fácil que se pierdan, que se queden sin luz, que se queden ciegos, que se queden sin entender que si respira profundo… La navidad tiene magia.

© Sizem Asleck

martes, 13 de diciembre de 2016





A las sombras… Un gato.



No fue el, pero momentos antes había afilado sus uñas, las sombras fueron cómplice cubriendo su presencia, él cayó sin percibir movimiento alguno, el gato se quedó quieto, con la mirada perdida en el suelo, observando como la sangre corría sin detenerse por un segundo, la noche se volvió más negra, apenas se percibía en el rostro del caído una leve mueca de vida, y en un grito ahogado… si no quieres vivir… ¡corre!

© Sizem Asleck

 #EntrePoemasUnCuento   #PoemaSentimietoPuro